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martes, 17 de septiembre de 2013

Confesiones en el divan




No se valorar si me ha gustado la experiencia de estos días. Me sentía nerviosa y expectante pensando en que podrían llamarme de la agencia en cualquier momento. Luego cuando se producía la llamada el primer impulso era decir que no pero acababa diciendo si. Desde ese momento hasta el encuentro con el cliente estaba ansiosa, me decía a mi misma que era la última cita, que lo dejaba. Un par de horas antes del encuentro procuraba estar ya en casa y comenzaba despacio a arreglarme. Observaba mi cuerpo frente al espejo y no lo sentía mío, sino del extraño que lo había alquilado, entonces comenzaba a prepararlo para él. Una larga ducha seguida de aceite y crema, repaso de las uñas de pies y manos, ya no estaba nerviosa y me concentraba en cada detalle esperando que él lo descubriese y apreciase.




El ritual del maquillaje, tonos suaves pero perfección en las líneas. Mi rostro va cambiando y sobre él se posa la máscara de la seducción.

                                                                    Maquillaje suave

 La ropa que debe mostrar mi feminidad y atraer a descubrir lo que se oculta debajo insinuándolo ligeramente.La lencería que debe mostrarle que todo ha estado pensado para ese momento, para él, y que indica también mi entrega a su deseo.

Vuelven los nervios y miedos cuando recorro el pasillo del hotel camino de la habitación- "hola soy Laura"-

                                                        Al final del pasillo me esperan

En general no he sentido placer en el contacto físico de los encuentros, -aunque ha habido alguno en que si- . Sin embargo creo haber disfrutado, pero....... ¿ disfrutar de qué ?. ¿ De la superación de una prueba impuesta a mi misma?, ¿ de la sensación de mi cuerpo entregado?, ¿de hacer gozar?.......

                                                                           Siiiiii

No me había preocupado nunca con mis parejas de hacerles disfrutar, mas bien esperaba que tomasen la iniciativa para hacerme disfrutar a mi. Observaba como, con mas o menos destreza, trataban de encontrar los resortes de mi cuerpo hacia el placer, la satisfacción de los que lo conseguían y la vergüenza de los que fracasaban.

Ahora era yo quien tenía que encontrar esos resortes en un cuerpo extraño y me concentraba en ello sin fijarme en lo que aquel cuerpo me pudiese atraer o repeler. Dependiendo de las indicaciones que recibía, tomaba yo la iniciativa o me dejaba hacer.

                                                                       Caricia

Volvía la vergüenza y algo de humillación cuando una vez terminado el sexo me invitaban a marcharme-"tengo que madrugar nena"- Salía corriendo y me vestía sin ducharme. Recogía del suelo mi ropa y me la ponía  en el baño escapando de la mirada de indiferencia del cliente. La lencería, los tacones, me parecían ahora grotescos. Me marchaba pensando que era la ultima vez y sentía asco de las miradas y sonrisas de recepcionistas y botones del hotel al pasar frente a ellos. Sospechaba que el taxista que me llevaba a casa también sabía de donde venía.

Humillación


¿Por qué vuelvo luego a aceptar otra cita?, no lo se. Por eso estoy aquí tumbada en el diván del psicólogo.



   





6 comentarios:

  1. porque tienes alma de puta

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  2. Muy interesante Laura. Me gustaría conocer mas de lo que pasa por tu cabeza. Como te contacto?

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    1. Tambien a mi me gustaría conocer los secretos de mi cerebro. Podemos explorarlo juntos. Escríbeme

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  3. Si quedamos te lo explico

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  4. Trata de explicarmelo antes de quedar

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